Dando una vuelta a la evaluación y a la calificación, en bachillerato

Lo que viene a continuación es una versión blog o desplegada de este hilo de Twitter, en respuesta a unas reflexiones/inquietudes de @DaviidMPB. Para ponernos un poco en contexto, conviene tener presente este otro post con una propuesta que intenta relajar la tensión entre calificación y evaluación, para centrarnos en la evaluación formativa. Ahora bien, es algo antiguo y ya hace tiempo que hablo de emplear la mediana.

El hilo de @DaviidMPB me encanta, por honesto e interesante. Con el contexto de acceso a estudios universitarios actual (y siendo consciente además de que no es la única continuación a bachillerato) voy a intentar plasmar mi visión.

La evaluación ha de ser continua y diferenciada, además de, obviamente, formativa. Apenas se distingue de la de ESO en lo de diferenciada, porque ya no tenemos ese perfil de salida global. En bachillerato cada asignatura va a su bola.

Esto cada CCAA lo desarrolla con sus cosas, pero está recogido en el RD de enseñanzas mínimas, que además habla de «promover el uso generalizado de instrumentos de evaluación variados, diversos, flexibles y adaptados a las distintas situaciones de aprendizaje que permitan la valoración objetiva de todo el alumnado, y que garanticen, asimismo, que las condiciones de realización de los procesos asociados a la evaluación se adaptan a las necesidades del alumnado con necesidad específica de apoyo educativo.»

¿Qué hacemos entonces? Bueno, pocas cosas se pueden escribir en piedra, pero me atrevería a decir que lo primero sería asumir que eso de que sea «objetiva» ha de entenderse más desde la idea de transparencia.

Hay una tensión más difícil de relajar que en EP/ESO con la necesidad de asignar una calificación. En bachillerato es numérica (aunque hay alguna CCAA que está con numéricas en ESO) y la sombra de la nota de admisión planea sobre este proceso. No es incompatible con utilizar instrumentos variados, mientras las reglas del juego estén claras. Desde luego, no lo es con ofrecer las oportunidades que haga falta para mejorar (el RD dice que debe ser continua, así que, ¿por qué penalizar por una prueba pasada?)

Yo me declaro incapaz de afinar a la centésima. Incluso, a la décima. Sería partidario de fijarme una nota natural (sin decimales) que pueda asociar más fácilmente a los tipos de tareas. Como si fuera suspenso, aprobado, bien, notable bajo, notable alto, sobresaliente.

Recoger indicios de aprendizaje que pueda relacionar luego con esa forma de calificar, y jugar con la mediana. La mediana te soluciona los problemas de ponderación que señalabas. Si haces media con los criterios, no atiendes a las competencias por igual; si la haces con las competencias, no atiendes a los criterios por igual. Esto podrías hacerlo como quisieras, pero es más transparente y honesto hacerlo en función de las tareas que se han ido haciendo. Por supuesto, abordando todas las competencias, eh.

Si una evaluación has trabajado más la competencia N por lo que sea, ¿qué? En mates nos pasa parecido a lo de FyQ, que son competencias transversales, pero no me cuesta imaginarme una evaluación sobre geometría con más énfasis en la CE de razonamiento.

No obstante, no tengo por qué decir que esa evaluación los criterios de la CE de razonamiento valdrán el doble o lo que sea. Simplemente, hago la mediana, por un lado. Por otro, me aseguro de trabajar las competencias convenientemente.

Para terminar, una prueba escrita puede servir fácilmente como instrumento criterial si pensamos al estilo de lo que hacen en exámenes de idiomas. Para ello, es mejor que sean cortos y que se ciñan especialmente a ciertas competencias (dos o tres, por ej.).

Se califica con la guía que se considere oportuno, incluso con decimales si gustas. Pero a la hora de llevarse eso a los criterios de evaluación, se piensa en que un “nivel avanzado” sacaría entre 7,5 y 10 (me lo invento) y entonces sería un indicio avanzado.

Digo «avanzado» y no «notable alto» porque a mí me resultaría más operativo jugar con básico-medio-avanzado y luego al final caracterizar las notas a partir de esos indicios. Y ya vale de rollo, que van 15 tuits 🤭. ¿Qué os parece?

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Pablo Beltrán-Pellicer
Profesor Titular de Didáctica de las Matemáticas

Universidad de Zaragoza

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