Matemáticas sin pizarra

Lo que viene a continuación es una versión blog o desplegada de este hilo de Twitter.

En la charla del otro día me permití un pequeño homenaje a un librito titulado “Matemáticas sin pizarra”, de 1986. Cuando hablas con Eva Cid, una de las autoras, te das cuenta de que sus preocupaciones y motivaciones siguen de plena actualidad.

A mí me gusta decir que lo que se busca es que haya actividad matemática en el aula. Indicios de vida inteligente. Para que quede claro, aquí no hablamos de formar matemáticos, que alguno habrá, sino de formar personas. Y el pensamiento matemático es fundamental para todos.

En el prólogo, exponen las razones que les llevaron a prepararlo. “Contenidos de 1º BUP excesivamente teóricos y sin relación con los intereses vitales del alumnado.” Ya entonces había quien cursaba el BUP por mero prestigio social o como extensión de la EGB.

Ahora, en 3º de ESO, tenemos lo de antes pero multiplicado por N, con N>1 y con la O de Obligatoria. Vamos, que lo tienen que cursar todos. Hemos de atender a todos y procurar el máximo desarrollo de nuestro alumnado.

Los autores continúan:

“Las clases se basan casi exclusivamente en explicaciones del profesor.” Con esto, se fomentan actitudes pasivas en los alumnos, que pasan más tiempo viendo hacer que haciendo. Imitando. 🙈🙉🙊

De esta manera, el profesor protege excesivamente al alumnado:

  • Explica con detalle el libro de texto, inhibiendo la competencia lectora del alumno. ¿Que luego no leen los enunciados? ¡Si es que muchas veces se les leen y se les explican!
  • El profesor dice cómo se tienen que resolver los ejercicios.
  • Avisa de los errores que no se deben cometer.
  • Resuelve dudas y preguntas antes de que ellos se las planteen.

Luego no nos quejemos de que de esta manera el alumno no desarrolla capacidad de crítica y evaluación de su trabajo. Es el profesor el que decide lo que está bien y lo que está mal. Esto es un contrato didáctico, “clásico”. Entre comillas. Que el libro este es de 1986.

Con este contrato, se produce una separación artificial entre la teoría y los ejercicios. Apenas se realizan problemas de verdad. No se trata de hacer problemas de “olimpíada”, que también. Medir una tira de tela es una situación-problema.

El librito incluye una colección de problemas para ir trabajando los contenidos mientras se van resolviendo tareas. El alumno lee. Discute con los compañeros. El profesor hace puestas en común e institucionaliza. Hay actividad matemática.

Por mi parte, entre otras cosas, cada vez uso menos la pizarra. Ya he comentado que lo que hago ahora es proyectar producciones de los alumnos y comentar sobre ellas. Incluyo alguna pequeña anotación, pero pocas.

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Pablo Beltrán-Pellicer
Profesor Titular de Didáctica de las Matemáticas

Universidad de Zaragoza

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